Cualquiera que haya participado en una startup está acostumbrado al término MVP. Este fue un concepto que me hizo reflexionar mucho sobre mis entregas a los clientes.
Tanto es así que llegué a la conclusión de que en el ágil y cambiante mundo empresarial actual, el concepto de Producto Mínimo Viable (MVP) debe estar presente en todas las empresas. Y explicaré por qué en este artículo.
1. Ahorro de recursos y eficiencia financiera
Una de las mayores ventajas de un MVP es el ahorro de recursos. En lugar de invertir tiempo, energía y capital en funciones que quizás el público objetivo no necesite o no desee, las empresas pueden centrarse en lo esencial.
Esto significa que se desperdicia menos dinero y se puede reasignar a otros aspectos cruciales del negocio, como marketing o investigación y desarrollo.
Por tanto, entregarás a tu cliente el beneficio que realmente busca para remediar un dolor, o satisfacer una necesidad.
Te daré un ejemplo fácil. Imaginemos una empresa que vende un paraguas. Al cliente le da igual si es floreado, gris o rojo. Lo importante es que funcione bien, que abra y cierre rápido.
En este caso, en lugar de que la empresa se centre en destacar del mercado con “maquillaje” del producto, lanzándolo en infinidad de colores, se centra en lo que realmente tiene valor para el cliente.
2. Velocidad de comercialización
En el entorno competitivo actual, ser el primero puede ser una gran ventaja. Con el MVP, las empresas pueden acelerar el proceso de lanzamiento y llevar un producto viable al mercado mucho más rápido que si se hubieran esforzado por alcanzar la perfección.
Esta agilidad puede marcar la diferencia entre ser pionero o uno más en el mercado. Y una vez lanzado el producto, simplemente mejórelo al máximo.
3. Comentarios directos y valiosos
Cuando una organización lanza un MVP, esencialmente está probando su idea en el mundo real. Esto brinda una oportunidad invaluable para recopilar comentarios directamente de sus usuarios.
Con esta retroalimentación se pueden realizar ajustes, corregir errores y adaptar el producto a las necesidades y deseos reales de los consumidores.
4. Flexibilidad y adaptación
El mundo de los negocios es impredecible. Lo que funciona hoy puede no funcionar mañana. Al adoptar el enfoque MVP, las empresas se vuelven más flexibles y adaptables.
En lugar de comprometerse con un producto final desde el principio, pueden generar, adaptarse y evolucionar en función de lo que aprenden a lo largo del camino.
5. Cultura de innovación
Al priorizar el MVP, las empresas también están fomentando una cultura de innovación. Y esto es crucial en un entorno cada vez más dinámico.
El proceso anima a los equipos a ser creativos, asumir riesgos y aprender de sus errores. Esto puede conducir a descubrimientos inesperados y soluciones innovadoras que quizás nunca se hubieran considerado en un entorno más tradicional y restrictivo.
Por tanto, todas las empresas, independientemente de su tamaño o sector, pueden beneficiarse del ahorro de recursos, rapidez, retroalimentación directa, flexibilidad y cultura de innovación que proporciona el MVP.
En un mundo donde el cambio es la única constante, adaptarse y aprender rápidamente es más que una estrategia: es una necesidad. Y el MVP es la herramienta que puede hacerlo posible.