La motivación es a menudo una llama ardiente que ilumina nuestros sueños y nos impulsa hacia adelante. Sin embargo, esa llama, por muy intensa que sea, puede apagarse con el tiempo.
Las motivaciones pueden verse fácilmente afectadas por obstáculos, fracasos o simplemente por la rutina diaria. ¿Cuántas veces nos hemos sentido sumamente motivados para iniciar un nuevo proyecto, pero con el paso de los días la energía se fue disipando?
La fuerza silenciosa de la coherencia
La coherencia, en cambio, se presenta como un río fluido y constante. Puede que no tenga la furia inicial de las cascadas de motivación, pero tiene la capacidad de moldear montañas con el tiempo.
La constancia es compromiso diario, repetición, disciplina. Se basa en la acción continua, independientemente de cómo nos sintamos.
Cuando la motivación falla
Todos tenemos esos días en los que nos despertamos sintiéndonos deprimidos, cuando el mundo parece gris y la cama parece más acogedora. Es en estos momentos cuando falla la motivación.
Entonces, en mi opinión, depender únicamente de ello para perseguir objetivos a largo plazo puede ser una receta para la decepción.
Por otro lado, cuando incorporamos coherencia en nuestras vidas, incluso en los días desmotivados, seguimos avanzando porque ya nos hemos comprometido con nosotros mismos.
Resultados a largo plazo
Imagínese intentar llenar un balde con una tormenta que sólo dura unos minutos. Ahora, imagina llenar ese mismo balde con un grifo que gotea constantemente.
La tormenta puede traer una inundación de agua de una sola vez, pero si es breve, el balde no se llenará. El grifo, por lento que sea, acabará llenando el cubo.
Éste es el poder de la coherencia. Ya sea aprendiendo una nueva habilidad, desarrollo personal o persiguiendo objetivos de vida, la repetición y el compromiso diario pueden conducir a resultados impresionantes a largo plazo.
Construyendo hábitos sólidos
La clave para la coherencia es convertir las acciones en hábitos. Un hábito, una vez establecido, no requiere la llama ardiente de la motivación para ejecutarse. Se convierte en parte de nuestra rutina diaria, al igual que cepillarnos los dientes o atarnos los zapatos.
Comience con pequeñas acciones. Por ejemplo, si tu objetivo es convertirte en un ávido lector, empieza leyendo unos minutos cada día.
Con el tiempo, esta pequeña acción diaria se convertirá en un hábito y, antes de que te des cuenta, estarás leyendo capítulos enteros o incluso libros en un solo día.
Concluyendo
Si bien la motivación es un excelente punto de partida, la coherencia es lo que nos lleva a la meta. El viaje hacia el éxito, la realización personal o cualquier objetivo de vida no es una carrera corta sino una maratón.
Y, como te diría cualquier maratonista, lo que realmente importa no es qué tan rápido comienzas, sino con qué determinación y constancia mantienes el ritmo hasta el final.
Que reconozcamos el valor de la acción diaria, abracemos el poder de la repetición y, sobre todo, comprendamos que la verdadera transformación no ocurre en momentos de intensa inspiración, sino en los pequeños pasos consistentes que damos todos los días.