¿Por qué comencé a practicar Jiu-Jitsu?

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En muchos momentos de nuestra vida, tomamos decisiones que, aunque parezcan aleatorias a primera vista, moldean nuestro carácter, nuestras relaciones e incluso nuestro destino.

Y, sin duda, la decisión de empezar a practicar Jiu-Jitsu fue una de esas decisiones transformadoras para mí. Antes de entrar en el mundo inmersivo de las palancas y las sumisiones, yo, como muchos, veía el Jiu-Jitsu simplemente como una forma de lucha.

Un arte marcial como cualquier otro, donde la fuerza y ​​la agresividad dictaban las reglas. ¡Qué tonto fui! Al dar el primer paso sobre la lona, ​​pronto me di cuenta de que estaba entrando en un universo mucho más profundo y significativo que simplemente “luchar”.

Un arte que trasciende la lucha

El Jiu-Jitsu no se trata sólo de dominar físicamente al oponente. Es una batalla mental, de estrategia, donde cada movimiento tiene un tic, y un milisegundo de vacilación puede marcar la diferencia entre ganar y perder.

Es un juego de ajedrez humano, donde cuerpo y mente trabajan juntos en una compleja danza de ataque y defensa. Pero, después de todo, ¿por qué comencé a practicar Jiu-Jitsu?

Conocimiento de sí mismo

En primer lugar, el Jiu-Jitsu ofrece una ventana única al autoconocimiento. En medio de una lucha, te enfrentas a tus miedos, tus limitaciones, tus fortalezas y debilidades. Aprendes a conocerte a ti mismo de una manera que pocas actividades pueden hacerlo.

¿Cuántas veces me he visto luchando contra mí mismo, contra mis propios límites, más que contra mi oponente? Y cada vez que superaba un obstáculo, ya fuera una técnica complicada o un miedo paralizante, era como si conquistara una nueva parte de mí mismo.

Comunidad

Al ingresar a este mundo, automáticamente te conviertes en parte de una familia global. No importa a dónde vayas, si conoces a alguien que practica Jiu-Jitsu habrá un vínculo instantáneo.

Es una hermandad silenciosa, donde el respeto y el compañerismo son los pilares. En el tapete todos son iguales, independientemente de su origen, estatus social o profesión. Y este sentimiento de pertenencia, de ser parte de algo más grande, tiene un valor incalculable.

Disciplina y resiliencia

Nada en el Jiu-Jitsu se conquista fácilmente. Los cinturones, las victorias, el dominio de una técnica… todo requiere dedicación, esfuerzo y, sobre todo, paciencia. Con el tiempo, esta disciplina y resiliencia se infiltra en otros aspectos de la vida.

Desafíos en el trabajo, problemas personales, adversidad: todo parece un poco más manejable cuando estás acostumbrado a luchar por cada centímetro de la colchoneta.

Defensa personal

Por supuesto, no puedo ignorar el aspecto práctico. Vivimos en un mundo incierto y saber que tengo las habilidades y la confianza para defenderme en una situación adversa es reconfortante.

Pero el Jiu-Jitsu me enseñó que evitar los conflictos y utilizar la inteligencia es siempre la mejor manera. ¡Y eso fue fundamental para mi vida!

Pasión

Por último, pero no menos importante, el Jiu-Jitsu es pura pasión. Desde el momento en que sentí la adrenalina de la primera meta, quedé enganchado. Es una adicción saludable, una obsesión que alimenta el alma y el cuerpo.

Entonces, cuando la gente me pregunta por qué elegí el Jiu-Jitsu, la respuesta es simple: por todo lo que me enseñó y lo que aún me queda por aprender. En Jiu-Jitsu, el viaje nunca termina, y eso es exactamente lo que lo hace tan fascinante.

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