Pensar en arrepentimientos puede ser amargo. Una expresión de arrepentimiento, un eco de una decisión que, en retrospectiva, podría haber resultado diferente.
Pero cuando miro hacia atrás en mi viaje de Brasil a Irlanda, veo más que una serie de opciones. Veo un camino pavimentado con audacia, sacrificios, logros y, sobre todo, sin remordimientos.
Emigrar nunca es fácil. Cambiar lo familiar por lo desconocido es un paso de gigante. Cuando me fui de Brasil, dejé algo más que mi hogar.
Dejé familia, amigos, cultura y toda una vida atrás. Pero aunque mi corazón estaba apesadumbrado por la separación, también estaba lleno de esperanza. Una esperanza alimentada por los sueños que anhelaba cumplir.
Donde todo comenzo
Mi viaje a Irlanda comenzó con el sueño de mejorar mis habilidades en inglés. Era algo que no podía obtener sólo en las escuelas de Brasil, así que tomé la decisión de irme. Riesgo.
Y fue en esta tierra verde, llena de historia y cultura, donde descubrí que el riesgo puede conducir a recompensas inimaginables. Después de todo, conquisté aún más de lo que imaginaba.
En cada momento de duda, cada desafío que enfrenté, recordé por qué había venido. Recordé mi sueño. Trabajé día tras día, superando todos los obstáculos.
Los días se convirtieron en meses, los meses en años, y antes de que me diera cuenta, no solo aprendí inglés, mi escuela de inglés estaba en funcionamiento, un símbolo tangible de mi sueño hecho realidad.
Más que una escuela de inglés
Construí más que una escuela de inglés en Irlanda. Construí una nueva vida, una red de amistades y un hogar lejos del hogar. Hay días en que extraño Brasil, la familiaridad de su cultura, la música, la comida.
Pero luego miro lo que he logrado aquí y no puedo evitar sonreír en agradecimiento. No todos los caminos que elegimos en la vida son fáciles.
Algunos exigen que nos arriesguemos, que dejemos atrás las comodidades de lo conocido para embarcarnos en lo desconocido. Pero son esos caminos, los que nos desafían, los que nos permiten crecer, aprender y eventualmente florecer.
Para aquellos que contemplan un camino similar, que tienen un sueño latiendo en sus corazones, les digo esto: no tengan miedo de arriesgarse.
No tengas miedo de dar el primer paso, no importa lo aterrador que parezca. Porque es en los momentos de decisión que se traza tu destino.
¿Me arrepiento de haberme ido de Brasil?
Hoy, al reflexionar sobre la pregunta: “¿Me arrepiento de haberme ido de Brasil?” La respuesta es un rotundo “no”. No porque fuera fácil, sino porque valió la pena. Porque descubrí una fuerza en mí que no sabía que tenía.
Porque convertí un sueño en realidad. Y sobre todo, porque aprendí que en la vida, los mayores remordimientos no son las cosas que hicimos, sino las que no tuvimos el coraje de hacer.
Elegí arriesgarme. Y lo haría todo de nuevo. Porque no se trata solo de lograr un sueño, también se trata de la persona en la que te conviertes en el camino.
No me arrepiento de haberme ido de Brasil. Me arrepentiría si no me hubiera dado la oportunidad de seguir mis sueños. Y tú también puedes, ¡simplemente cree!