Es común escuchar a la gente hablar de productividad, como si fuera un arte, una habilidad que hay que dominar. Pero, ¿cómo definir la productividad?
Para algunos, es la capacidad de realizar múltiples tareas en un corto período de tiempo. Para otros, es la capacidad de concentrarse en una sola tarea y hacerlo con excelencia.
Me gusta pensar que la productividad es una mezcla de estos dos conceptos, y eso es lo que voy a escribir y reflexionar hoy en este breve artículo.
El arte de la productividad
Cuando la gente me pregunta cómo organizo mi rutina para ser productivo, siempre empiezo hablando de la importancia de establecer metas claras.
Después de todo, sin objetivos bien definidos, es fácil perderse en medio de tantas tareas cotidianas y la productividad termina desapareciendo. Por eso, ya sea para un proyecto a largo plazo o para las actividades del día a día, es fundamental saber hacia dónde queremos llegar.
Una técnica que adopté para ayudarme en esta etapa fue el método SMART, que consiste en definir objetivos específicos, medibles, alcanzables, relevantes y con plazos determinados. De esta manera, puedo tener un sentido de propósito y dirección, lo que facilita la organización de mi rutina.
Otro aspecto esencial de una rutina productiva es la disciplina. Para mí, la disciplina no significa rigidez o inflexibilidad, sino la capacidad de establecer y ceñirse a un plan, incluso cuando surgen distracciones y desalientos.
Disciplina: el músculo que se fortalece
Creo que la disciplina es como un músculo que se fortalece con la práctica y poco a poco nos hace más resistentes a las tentaciones que nos alejan de nuestras metas. Para ejercitar esta disciplina, sigo un ritual matutino que me ayuda a empezar el día con el pie derecho.
Despertarme temprano, practicar ejercicios físicos, meditar y tomar un desayuno saludable son prácticas que he adoptado y que me brindan energía y enfoque para enfrentar los desafíos del día a día.
Otra estrategia que implementé en mi rutina fue el uso de listas de tareas pendientes. Sin embargo, no utilizó una sola lista, sino varias, divididas por categorías como trabajo, vida personal y proyectos paralelos.
Además, también trato de asignar prioridades a estas tareas, de modo que sepa en qué orden debo hacerlas. Esto es fundamental para que no te detengas en una cosa y empieces otra.
Usando la Técnica Pomodoro
Una técnica que me ha resultado muy efectiva es la Técnica Pomodoro, que consiste en dividir el tiempo de trabajo en bloques de 25 minutos, llamados pomodoros, seguidos de un descanso de cinco minutos.
Cada cuatro Pomodoros, tomo un descanso más largo, unos 15-30 minutos. Este método me permite mantener el enfoque y la energía durante todo el día, evitando el agotamiento mental y físico.
También creo que es importante cultivar un entorno propicio para la productividad. Para ello, mantengo mi escritorio organizado y libre de distracciones, como mi celular u objetos innecesarios.
De esta manera, buscó crear un espacio que sea cómodo e inspirador, con buena iluminación y ventilación, e incluso algunas plantas para darle un toque de vida al ambiente.
Equilibrio entre vida profesional y personal
La productividad también está relacionada con el equilibrio entre la vida laboral y personal. Por eso, es fundamental reservar tiempo para cuidarse, estar con la familia y los amigos y dedicarse a hobbies y actividades placenteras.
Para asegurar este equilibrio, trato de establecer límites claros entre mi trabajo y el tiempo libre, evitando llevar trabajo a casa o pensar en problemas en la oficina durante los momentos de descanso.
Recuerda que la productividad no es una ciencia exacta, y que cada persona tiene sus propias características. Por ello, es fundamental estar abierto a experimentar con diferentes estrategias y técnicas, adaptándolas a tu realidad y a tus objetivos.
Capacidad de aprender con los errores
Finalmente, creo que el arte de la productividad está directamente relacionado con la resiliencia y la capacidad de aprender de los errores.
No siempre seremos capaces de realizar todas las tareas que planeamos, y es normal sentirse desanimado o desmotivado de vez en cuando. Lo importante es no defraudarse, sino buscar entender qué salió mal y qué se puede mejorar.
En definitiva, la productividad es una habilidad que se puede desarrollar y mejorar con el tiempo, y la organización rutinaria es uno de los pilares fundamentales para conseguirlo.
Así, es posible transformar el arte de la productividad en una realidad concreta y alcanzar nuestras metas con mayor eficiencia y satisfacción. ¿Estás de acuerdo?