Desde el primer día que entré al dojo sentí una profunda conexión con el Jiu Jitsu. No era sólo un deporte o un pasatiempo; fue una llamada.
Con cada caída, cada inmovilización, vi una lección, un escalón adicional en la escalera para alcanzar el cinturón negro. Esto no era sólo una meta, sino una certeza que residía en mi corazón.
Quizás por la determinación que llevo en el alma, desde el primer momento que comencé a practicar Jiu-Jitsu ya supe que ese cinturón negro sería mío.
Los desafíos en el camino
Sin embargo, es importante saber que el camino hacia el cinturón negro está lleno de desafíos. Lesiones, derrotas, días en los que mi cuerpo pedía rendirse. Pero cada obstáculo fue una oportunidad para fortalecer mi resiliencia.
Aprendí a ver cada dificultad como una prueba de mi determinación, una oportunidad de demostrarme a mí mismo que mi sueño era inquebrantable. Cada sesión de entrenamiento fue una lección no sólo de técnicas de Jiu Jitsu, sino de autoconocimiento.
Aprendí a controlar mis emociones, mantener la calma bajo presión y respetar a mis oponentes como maestros. Estas lecciones han trascendido el tapete, moldeando mi carácter y mi forma de afrontar la vida. En este viaje, no estaba solo.
Tuve el apoyo de una comunidad increíble. Entrenadores, compañeros de entrenamiento, amigos y familiares: todos jugaron un papel crucial para mantenerme motivado y concentrado. Me enseñaron el valor de la humildad, el trabajo en equipo y el respeto mutuo.
El día del logro
Y entonces llegó el día. En el momento en que la maestra me ató el cinturón negro a la cintura. Fue un torbellino de emociones. Confieso que no pude contener las lágrimas.
Orgullo, gratitud, alegría. No fue sólo el reconocimiento de una habilidad técnica, sino la celebración de un viaje de crecimiento personal, perseverancia y pasión.
Ser cinturón negro no es el final, es sólo el comienzo. Es una responsabilidad seguir creciendo, enseñar a otros y honrar los valores del Jiu Jitsu.
Ahora miro hacia atrás y veo que cada paso fue necesario. Cada desafío, cada victoria, cada derrota me ha traído hasta aquí.
Hoy incluso veo que el viaje hacia el cinturón negro es una metáfora de la vida. Enseña que la determinación, la resiliencia y la fe en uno mismo son fundamentales para alcanzar cualquier objetivo.
Siempre supe que sería cinturón negro, no porque fuera fácil, sino porque estaba dispuesto a hacer lo necesario para hacer realidad ese sueño.
