Mi historia es una verdadera superación. Nací en la ciudad de Votorantim, en una familia de clase media baja, e hice mis primeros años de primaria en una escuela pública.
Sin embargo, a los 15 años gané una beca en una escuela técnica privada para jóvenes en Sorocaba, una ciudad cercana a la mía.
Para ir a la escuela recibí ayuda del ayuntamiento de Votorantim, que subvenciona los billetes de autobús para los estudiantes.
Con mucha dificultad hice una carrera universitaria privada de economía. Trabajé duro para pagar mis estudios. Y cuando me gradué, cumplí mi sueño de venir a vivir a Irlanda.
El inicio del Colegio SEDA
Cuando llegué al país sabía que no sería fácil, después de todo, los brasileños luchan por sobrevivir aquí al principio. Pero ya estaba acostumbrado a las dificultades.
Lo principal cuando llegué fue entender el idioma. Al principio trabajé como camarero y luego hice un curso de especialización en contabilidad.
Me acerqué al mercado de los idiomas cuando recomendé cursos a estudiantes de intercambio no nativos de inglés. Fue después de tres meses en Barcelona haciendo una especialización en inglés para la enseñanza cuando decidí abrir la primera unidad de SEDA.
Un sueño comenzaba en mi vida
En 2009, quizás no sabía la dimensión que tomaría mi vida. SEDA fue un verdadero cambio de juego para mi futuro.
Ser empresario no es una tarea fácil, pero los retos son motivadores, y esto me hizo avanzar más y más. Y mi sueño no era sólo ganar dinero.
Como había pasado por muchas dificultades en la vida, quería desde el fondo de mi corazón ayudar a otras personas a conseguir su deseo sin tener que pasar por ese calvario.
Me gusta decir que trabajo por la democratización de la educación. Veo que la mayoría de las escuelas siguen fallando cuando se trata de preparar a los jóvenes para el mercado laboral.
Y en SEDA busco no sólo enseñar inglés, sino dar todo este apoyo para preparar a las personas para que se desarrollen y lleguen a donde quieren estar.
El propósito que tengo en mi vida
Desde que empecé como empresario he creado un propósito en mi vida, que es ayudar a la gente. Y en cada negocio en el que entro trato de encontrar ese propósito.
Para aquellos que están pensando en convertirse en empresarios, lo que tengo que decir es: adelante. A pesar de las dificultades, al final todo merece la pena.
No hay nada más gratificante que generar puestos de trabajo, pensar en nuevas ideas, hablar con la gente y evolucionar y hacer evolucionar a tu vecino.
Mi experiencia con el emprendimiento comenzó así, con mucha dificultad. ¿Y el tuyo? Cuéntanoslo en los comentarios y comparte este artículo con tus amigos en las redes sociales.